Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 26 de junio de 2014
SIN RAÍZ DE AMARGURA
Hebreos 12:15
“Mirad bien, no sea que… brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”
En junio de 1966, Rubin Carter, un conocido boxeador, junto con un conocido fueron declarados culpables de asesinato en un juicio muy publicitado y cargado de racismo. El boxeador mantuvo su inocencia y se convirtió en su propio abogado en la cárcel.
Después de cumplir una sentencia de 19 años, Carter fue liberado cuando el veredicto fue anulado. Ya siendo un hombre libre, reflexionó: «¿Acaso alguien bajo dichas circunstancias tiene derecho a la amargura? . . . he aprendido que la amargura sólo consume al recipiente que lo contiene.
Y para mí, permitir que la amargura controle o infecte mi vida de cualquier manera, por pequeña que sea, sería permitir que aquellos que me encarcelaron me quiten incluso más . . . de lo que ya se han llevado».
Creo que la amargura es lo que el autor de Hebreos tenía en mente cuando escribió sus advertencias. En el texto de hoy, puede que algunos de los cristianos hubiesen estado considerando regresar al judaísmo debido a la persecución y la injusticia. Como una pequeña raíz que crece hasta convertirse en un gran árbol, la amargura pudo haber brotado en sus corazones y ensombrecer sus relaciones cristianas más profundas (12:15).
Cuando nos aferramos a la decepción, una venenosa raíz de amargura comienza a crecer. Permitamos que el Espíritu nos llene para que Él pueda sanar el dolor que causa la amargura.
La amargura es una raíz que arruina el jardín de la paz.
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