lunes, 25 de enero de 2016

LA CAÍDA


Génesis 3:1
"La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señorhabía hecho, así que le preguntó a la mujer:
—¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?"

 

¿Dónde estaba Dios cuando la conversación se inició en el versículo 1? Pues el Omnipresente Dios estaba allí, observando, escuchando. Luego vino la mentira (v.4). ¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué no interviene? Esto es muy desconcertante. ¿Por qué nos cuesta entenderlo?

De intervenir, Dios habría negado a Eva y Adán su libertad de elegir. Libertad y responsabilidad son dones de Dios a la humanidad cuando creó al hombre a su propia imagen. Pero ellos en Edén fallaron. En lugar de hablar con Dios, decidieron creer al enemigo. Cuestionaron el amor de Dios por ellos. En lugar de la obediencia y la lealtad, se rebelaron. Terminaron cosiendo hojas de higuera para sí mismos.

¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué no salir en el juicio? Él estaba de duelo... triste de que Su creación perfecta había sido destruida. Él estaba de duelo porque Él sabía que la única manera de redimir a la raza humana de la condenación eterna era el sacrificio de su Hijo amado. En la misericordia esperó que Adán y Eva se arrepintieran. Tal vez ellos se acercarían y confesarían... En el amor ágape, Él predijo que un Salvador vendría. En la compasión, Él siguió proporcionando mejores vestiduras de piel para reemplazar sus hojas de higuera.

Este es nuestro Dios misericordioso, amoroso y compasivo, incluso en la cara de la traición. La libertad tiene un precio. Disfrutamos de la libertad; pero Jesús tuvo que pagar el precio.

Perdónanos, Señor, por nuestra desobediencia, nuestra traición y nuestra ingratitud. Ayúdanos a atesorar tu gran amor por nosotros. Gracias, Jesús, por pagar el precio para salvarnos. Gracias. Infinitas gracias.

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