BABEL

Génesis 11:4
"Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra.»"

Nimrod se destacó entre los descendientes de Noé como un poderoso guerrero y fundador de una ciudad. La gente reconoció que él tuvo éxito "por la ayuda del Señor". Años más tarde, en la misma región Sinar, algunas personas intentaron la grandeza con un rascacielos grandioso: La torre de Babel. ¿Por qué Dios interrumpir su proyecto? ¿Estaba amenazado por sus habilidades?

El verdadero problema no era con la torre, sino con su actitud: Su objetivo era el de hacerse un nombre por sí mismos. Reflejaba soberbia y presunción. Era la arrogancia de Caín la que se presentaba de nuevo. Así que Dios actuó no en afán de rivalidad o de celos, sino debido a la preocupación por el futuro de la humanidad. Contestó su autoestima con la confusión. Su plan para permanecer juntos desafió su cargo para llenar la tierra. Por lo tanto Él los dispersó.

Hoy en día hay evangelistas que son mayores celebridades que el Jesús que predican. Las personas acuden a escucharlos, su banda y sus cantantes pero no al Evangelio. Un best seller aclamado se estudia más a fondo que la Biblia en muchas iglesias. Citan sus libros y sus pensamientos y no versículos bíblicos. Ministerios cristianos se han convertido en empresas comerciales. Creación de imagen y marketing agresivos son necesarios para el éxito. ¿Estaremos hablando del verdadero evangelio aquí?. Estas torres de Babel necesitan ser desbaratadas para que todo esto se disperse y sea confundido. Juan el Bautista dijo con razón: "Él (Jesús) debe aumentar, y yo mengüar." (Juan 3:30)

¿Cuán importante es para nosotros ser reconocidos por lo que hacemos? Líderes de la Iglesia, pastores y oradores dotados enfrentan fuertes tentaciones para que sea el nombre de Jesús sea exaltado y no el de ellos. Oremos como Juan el Bautista: Que Jesús crezca y nosotros mengüemos.