miércoles, 6 de noviembre de 2019

BENDICIÓN




Números 6:26-27
"El Señor te muestre su favor
    y te conceda la paz”.
»Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, para que yo los bendiga»."


El pueblo de Dios recibió innumerables bendiciones de la mano de Dios. En este pasaje, el Señor le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón y a sus hijos que dijeran una bendición al pueblo. Esta famosa bendición aarónica declaraba lo que descansaría sobre todas las personas en virtud del cuidado de Dios. 


Esta bendición, que siguió inmediatamente a una larga descripción del voto nazareo, dejó en claro que la gente recibiría las bendiciones de Dios a través de su benevolencia y no a través de actos destacados de devoción de su parte. Las acciones relatadas proporcionan imágenes vívidas de la bondad de Dios. Prometió bendecir y mantener a su pueblo. Les aseguró que cumpliría sus buenos propósitos y planes y haría que su rostro brillara sobre ellos, permitiéndoles tener un sentido íntimo de la presencia de su gloria: esplendor y belleza similar a lo que Moisés experimentó cuando habló con Dios en el Monte Sinaí (Ex 34:29 - 35). Dios sería amable con la gente, permitiéndoles acceder a su presencia (a pesar de su pecado). Su semblante se elevaría hacia la gente. En lugar de una expresión despectiva de ira, Dios sonreiría a las personas enamoradas. Y les daría paz consigo mismo y el uno con el otro.

Jesús ofreció una oración sacerdotal similar en el Jardín de Getsemaní antes de su crucifixión (Jn 17:1-26). Primero oró por sí mismo (v. 2). Luego le pidió al Padre que protegiera a sus discípulos del maligno y sus planes en el mundo (vv. 11,15). Jesús oró para que el Padre les diera la gracia de ser transformados por la Palabra de Dios para que pudieran ser enviados en una misión al mundo (vv. 17-18). Él anhelaba que los creyentes experimentaran la paz que se encuentra en la perfecta unidad de la Deidad y que reflejen esta paz en unidad con aquellos a quienes Dios vino a salvar (vv. 22-23). Finalmente, les pidió que vieran la gloria de Dios y se deleitaran en su presencia (v. 24). Estas oraciones se llevarían a cabo en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo como el gran sumo sacerdote y perfecto Cordero de Dios.

Jesús, gracias por sonreírme. Gracias por poner una paz en mi corazón, una paz que ni siquiera puedo entender. Ayúdame a reflejar tu paz al mundo que me rodea. Amén.

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