Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 23 de noviembre de 2019
EL PROMETIDO
Génesis 3:15-17
"Pondré enemistad entre tú y la mujer,
y entre tu simiente y la de ella;
su simiente te aplastará la cabeza,
pero tú le morderás el talón»."
El juicio de Dios sobre el pecado se ve interrumpido por una imagen deslumbrante de su gracia. Debido al pecado humano, hay vastas implicaciones, desde hombres y mujeres hasta la creación misma. Pero Dios promete que el pecado no tendrá la última palabra. Esta primera referencia al plan de Dios para salvar a los pecadores caídos, a veces referido como el protoevangelium (el primer evangelio), declara el compromiso de Dios con su creación. No lo abandonará a la destrucción, sino que lo perseguirá con amor.
Su promesa es clara: un descendiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente. El talón de este heredero masculino de los primeros padres será golpeado, aunque el niño saldrá victorioso al aplastar la cabeza del maligno. La naturaleza exacta del plan aún no se ha explicado, pero el plan ya está en su lugar. Jesús, la simiente prometida de la mujer, no dejaría dudas sobre el cumplimiento de esta promesa. Parece que Satanás había hecho mucho más que golpear el talón del Hijo de Dios mientras Jesús colgaba sin vida en una cruz. Pero Dios tendría la última palabra. A través de la resurrección victoriosa de Jesús, él aplastaría la cabeza de Satanás, declarando permanentemente la victoria sobre el pecado y la muerte y cumpliendo la promesa hecha al principio de la Biblia.
Jesús, te doy gracias y te alabo por tu hermosa gracia. Gracias por aplastar la cabeza de Satanás. Ayúdame a vivir mi vida plenamente consciente de tu gracia y victoria. Amén.
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