miércoles, 20 de noviembre de 2019

PODEROSA ORACIÓN



Hechos 4:31
"Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno."


A veces tengo miedo de orar con valentía como lo hizo el rey Ezequías cuando el ejército asirio llamaba a la puerta de Jerusalén.

No es que no crea que Dios puede hacer nada. Lo creo. Soy alguien loco por Jesús. Trato de agradarlo con todo mi corazón, pero a veces temo porque sé lo que puede hacer.

Entonces mi vacilación no está enraizada en la duda acerca de Dios. En cambio, está enraizado en la duda sobre mi capacidad para discernir la voluntad de Dios. Si su voluntad es no mientras estoy orando audazmente por un sí, entonces me preocupa que mis oraciones me desvíen.

Debido a que deseo desesperadamente permanecer en la voluntad de Dios, a veces me encuentro orando con timidez: "Dios, por favor, sana a mi amigo, si es tu voluntad". Me pregunto por qué no solo audazmente oro: "Dios, por favor, sana a mi amigo.” 


Me estoy dando cuenta de que la oración no se trata solo de obtener una respuesta de Dios. También se trata de cambiarme. Abre mis ojos espirituales para ver cosas que no puedo ver por mi cuenta y para ver a Dios de una manera fresca. Orar audazmente me saca de un lugar rancio de hábito religioso en una conexión auténtica con Dios.

De modo que la oración marca la diferencia, una diferencia que cambia la vida y hace temblar la tierra. Podemos arrodillarnos con confianza y conocer los temores de las oraciones de un simple seguidor de Jesús que se extienden por todas partes. Esta verdad apaga los parpadeos de vacilación en mis oraciones.

¿Por qué necesitas orar con valentía hoy? Ve y pregunta. No para que tus oraciones hagan que Dios se mueva, sino para que puedas estar en condiciones de ver a Jesús moverse de la forma que le plazca.


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