martes, 19 de noviembre de 2019

DESCANSO



Salmos 3:5
"Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar,
    porque el Señor me sostiene."

   
Hábito: descanso

La única actividad que hacemos más que ninguna otra es dormir. Aproximadamente un tercio de cada día y un tercio de nuestras vidas la pasamos durmiendo. El sueño es tan esencial para el funcionamiento de nuestros cuerpos que moriríamos si pasamos demasiado tiempo sin él. Pero la importancia del sueño no se limita a nuestras funciones físicas: el sueño también es una actividad espiritual.

Dormir es un recordatorio espiritual: todos duermen, pero nuestro Padre celestial nunca lo hace (ver Salmo 121:4). Por lo tanto, dormir es un recordatorio diario de que no somos Dios. "Una vez al día, Dios nos envía a la cama como pacientes con una enfermedad", dice John Piper. “La enfermedad es una tendencia crónica a pensar que tenemos el control y que nuestro trabajo es indispensable. Para curarnos de esta enfermedad, Dios nos convierte en impotentes sacos de arena una vez al día".

Dormir es un acto de confianza espiritual: nunca somos más vulnerables físicamente que cuando dormimos. Aunque la mayoría de nosotros vivimos en relativa seguridad, para muchas personas a lo largo de la historia, incluido David en su huida de Absalón, dormir era ponerse a merced de los enemigos.

El sueño es una imagen terrenal de una realidad espiritual: en las Escrituras, el sueño se usa con frecuencia como una metáfora de la muerte. Por ejemplo, Jesús confundió a sus discípulos con respecto a Lázaro al usar el eufemismo de Lázaro dormido, que los discípulos tomaron literalmente (véase Juan 11). La muerte se describe como el sueño, especialmente para los creyentes (ver 1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4), mientras que la resurrección a veces se describe como despertarse del sueño (ver Job 14:12).

Uno de los aspectos más ignorados de la formación espiritual es simplemente dormir lo suficiente. Como dice John Ortberg: "He descubierto que me cuesta mucho pensar, sentir y actuar como Jesús cuando no duermo". Dormir es una forma de preparación espiritual que nos prepara para seguir a donde Cristo nos dirige.


Dormir es esencial tanto para nuestra salud física como para nuestro desarrollo espiritual.   

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