Hay días en que todo va bien, las cosas funcionan, se ajustan, salen a mi manera.
Pero hay días, Señor, en que casi puedo ver al diablo poniéndome obstáculos, riéndose de mi, desbaratando lo que trato de hacer, atacándome, mintiéndome, debilitándome. Se burla de mis esperanzas, me hace dudar, me impulsa a ignorarte, y hace ver la desesperación como mi única opción.
No sé por cuánto tiempo puedo seguir así. Señor, estoy muy cansado. “El enemigo ha perseguido mi alma, ha postrado en tierra mi vida, me ha hecho habitar en tinieblas como los que han muerto. Mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón” (Salmo 143:3,4).
¿A dónde puedo ir, si no es a ti? Cuando mi cuerpo se está debilitando, tengo que hallar mi fortaleza en ti. Cuando mi mente está confundida, tengo que hallar la claridad en ti. Cuando mi camino está lleno de niebla, tengo que hallar mi guía en ti. Cuando mi espíritu se hunde, tengo que hallar el valor en ti.
¿Puedo tener el valor para recordarte que soy tu hijo? ¿Puedo señalar que mi bautismo me ha sellado en el Espíritu y que tú has aceptado la responsabilidad de mi bienestar? Recuerda que yo soy parte del cuerpo de tu Hijo. Derrama tu Espíritu sobre mí, Señor, y dame valor para vivir con alegría y con confianza. ¿Podemos empezar hoy mismo?
Pero hay días, Señor, en que casi puedo ver al diablo poniéndome obstáculos, riéndose de mi, desbaratando lo que trato de hacer, atacándome, mintiéndome, debilitándome. Se burla de mis esperanzas, me hace dudar, me impulsa a ignorarte, y hace ver la desesperación como mi única opción.
No sé por cuánto tiempo puedo seguir así. Señor, estoy muy cansado. “El enemigo ha perseguido mi alma, ha postrado en tierra mi vida, me ha hecho habitar en tinieblas como los que han muerto. Mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón” (Salmo 143:3,4).
¿A dónde puedo ir, si no es a ti? Cuando mi cuerpo se está debilitando, tengo que hallar mi fortaleza en ti. Cuando mi mente está confundida, tengo que hallar la claridad en ti. Cuando mi camino está lleno de niebla, tengo que hallar mi guía en ti. Cuando mi espíritu se hunde, tengo que hallar el valor en ti.
¿Puedo tener el valor para recordarte que soy tu hijo? ¿Puedo señalar que mi bautismo me ha sellado en el Espíritu y que tú has aceptado la responsabilidad de mi bienestar? Recuerda que yo soy parte del cuerpo de tu Hijo. Derrama tu Espíritu sobre mí, Señor, y dame valor para vivir con alegría y con confianza. ¿Podemos empezar hoy mismo?
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