Jeremías 1:5
"Antes que te formase en el vientre te conocí."
Con Dios en tu mundo, no eres un accidente ni un incidente; eres un regalo al mundo, una obra de arte divina con la firma Dios.
Uno
de los regalos más finos que algún coleccionista o aficionado al deporte puede recibir es una pelota de firmada por jugadores profesionales. No hay nada
excepcional en una pelota así, realmente. Puede haberse adquirido en una tienda de
descuento de artículos deportivos. Lo que le da originalidad son las
firmas.
Lo mismo ocurre
con nosotros. En el esquema de la naturaleza el homo sapiens no es nada
excepcional. No somos las únicas criaturas con carne, pelo, sangre y
corazón. Lo que nos hace especial no es solamente nuestro cuerpo, sino
la firma de Dios en nuestra vida. Somos sus obras de arte.
Estamos creados a su imagen para hacer buenas obras. Somos de valor, no a causa de lo que hacemos, sino de quién somos.
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