Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 26 de septiembre de 2019
ESPERAR
Hebreos 6:14
"...y dijo: «Te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia»."
Esperar bien podría ser la cosa más difícil que tenemos que hacer. Esperamos en el tráfico. Esperamos en el consultorio del médico (¡en la sala de espera!). Esperamos escuchar noticias, buenas o malas.
No somos personas pacientes. La mayoría de nosotros nos parecemos a un niño en Navidad, anticipando ansiosamente el momento de abrir los regalos. Cada hora parece una eternidad. Cuando llega el momento designado, no podemos movernos lo suficientemente rápido como para llegar al árbol de Navidad y abrir todos esos regalos envueltos.
Pero por más que lo intentemos, no podemos hacer que el tiempo pase más rápido. Esperar es parte de nuestra vida moderna. No importa cuán rápido y agitado sea nuestro horario diario, todavía nos encontramos con tiempos y lugares donde no tenemos más remedio que parar y sentarnos o hacer cola.
La Biblia a menudo conecta la espera con la fe. Algunas veces las Escrituras incluso usan las dos palabras indistintamente. Si bien puede que no nos guste, esperar sirve un papel importante en nuestra vida cristiana. El trabajo que Dios hace dentro de nosotros mientras esperamos es tan importante como lo que sea que estemos esperando. Por supuesto, a ninguno de nosotros nos resulta fácil esperar. De hecho, puede traer dolor y casi con seguridad nos probará nuestra paciencia y carácter. Esperar exige paciencia y exige un precio. Es el peaje en el camino que cada uno de nosotros debe pagar.
Dios le prometió a Abraham una bendición: “Lo haré. . . darte muchos descendientes ”(Hebreos 6:14). Pero para recibir su bendición, Abraham tuvo que esperar, día tras día, año tras año. Con el tiempo Dios cumplió su promesa. Y la espera de Abraham resultó ser su mayor bendición; él se convertiría en el padre de la nación judía.
También escuchamos las promesas de Dios y anhelamos que Dios las cumpla. Sin embargo, a menudo esperamos. Si la historia de Abraham nos enseña algo, es que Dios se demuestra fiel una y otra vez. Como personas, queremos algo que hacer, alguna acción que tomar. Pero a veces nuestra parte es simplemente esperar, con una seguridad segura, disciplinada y paciente de que Dios cumplirá sus promesas. Él vendrá. Si bien estos tiempos no son fáciles, al final podemos reflejar honestamente que "valió la pena esperar". De hecho, esperar puede resultar en nuestra mayor bendición.
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