domingo, 8 de septiembre de 2019

VIVIR EN COMUNIDAD




Eclesiastés 4:9-10
"Más valen dos que uno,
    porque obtienen más fruto de su esfuerzo.
Si caen, el uno levanta al otro.
    ¡Ay del que cae
    y no tiene quien lo levante!"

   
¿Cómo desarrollo relaciones saludables con los demás?

La comunidad no es una condición del cristiano que sea "agradable de tener", sino una experiencia esencial para vivir una vida santa y saludable. Dios pretendía que los humanos tuvieran relaciones ricas y vivificantes entre sí; relaciones energizadas y motivadas por la presencia real de Dios entre ellos. Adán y Eva experimentaron este ideal perfecto en el jardín. Pero su rechazo de la visión de Dios para la vida juntos hizo que la humanidad fuera escoltada fuera del jardín y fuera de la comunidad con Dios. Esta separación de Dios y la presencia del pecado en la naturaleza de cada ser humano es un desafío perpetuo para crear una comunidad fuerte. Pero está claro por la Palabra de Dios que las personas no estaban destinadas a la separación y el aislamiento. (Véase Eclesiastés 4:8–12.)

Una de las marcadas diferencias entre la iglesia y el resto de la sociedad es el llamado a vivir para los demás. A lo largo del Nuevo Testamento, se instó a los seguidores de Jesús a que se cuidaran "unos a otros". Cuando los primeros cristianos hicieron esto con fe, creó una atracción irresistible para que los extraños pertenecieran a la familia de Dios.

Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendieron propiedades y posesiones para dar a cualquiera que lo necesitara. Todos los días continuaban reuniéndose en los patios del templo. Partieron el pan en sus hogares y comieron juntos con corazones alegres y sinceros, alabando a Dios y disfrutando del favor de toda la gente. Y el Señor agregaba a su número diariamente a los que estaban siendo salvos. (Hechos 2:44–47)

Tener comunión con los cristianos para lograr los propósitos de Dios en mi vida, en la vida de los demás y en el mundo es fundamental.

¿Qué diferencia hace esto en la forma en que vivo?
Si fueras a rescatar a una persona que se ha caído en un acantilado, querrías estar atado a la mayor cantidad de gente posible en la montaña, apoyándote y sosteniéndote mientras intentas rescatarlo. A medida que ministramos y nos acercamos a quienes están fuera de la comunidad de fe, es necesario permanecer unidos para lograr un éxito óptimo, para que no caigamos.

Hay días que necesitamos desesperadamente un buen abrazo para seguir adelante, y otros días que necesitamos una palmada rápida o un jalón de orejas para volver a donde deberíamos estar. Los amigos que aman a Dios y nos aman por lo que somos, saben exactamente cuándo y cómo hacer lo correcto por nosotros. En el libro de Proverbios, Salomón escribe: "Fieles son las heridas de un amigo" (Proverbios 27:6).   

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