Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 15 de septiembre de 2019
GRITO DE VICTORIA
Josué 6:20
"Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad."
Imagínate en el último partido de fútbol de la temporada de algún sobrino pequeño o hijo. Si ganan, estarán en las finales. El equipo ha estado ganando todo el juego, y se ven exhaustos. Pero ya en los últimos minutos les empataron el marcador. El juego casi ha terminado. Los padres son unos manojos de nervios. Los fanáticos están conteniendo la respiración. Tu pequeño hace un gran movimiento y toma la pelota por el campo. Estás gritando con toda la fuerza de tus pulmones, "¡Ve, ve!" Él hace un pase increíble a través del campo... y anota. Sabes que esto es todo... Gritas la victoria.
Los israelitas habían esperado 40 años para dar el grito de victoria. Ahora están en la meta. Durante seis días habían seguido las órdenes de Dios y marcharon en silencio alrededor de Jericó, con solo el sonido de las trompetas que tocaban los sacerdotes. Ahora era el séptimo día. Imagina el suspenso. . . ¿Dios mismo parecería derribar los muros? ¿Se rendirían los habitantes de Jericó sin luchar? ¿Harían los israelitas la jugada correcta? Entonces Dios dio el visto bueno: sonar las trompetas; gritar por la victoria, y los muros de la ciudad se derrumbarían. Tal como Dios prometió, "sonaron las trompetas, el ejército gritó", y la victoria fue de ellos. Los israelitas conquistaron la ciudad de Jericó, finalmente reclamando su lugar legítimo en la tierra prometida.
Los israelitas deben haberse sentido tan aliviados de reclamar una victoria después de tantos años de espera y preparación. ¿Te identificas? ¿Has sentido que estás en un patrón de espera, que tus circunstancias no están cambiando? ¿Anhelas tener una resolución, tener incluso una pequeña victoria? Dios está trabajando incluso mientras estás esperando.
Piensa en este tiempo de espera como un proceso que eventualmente culminará en una victoria. Mientras tanto, permanece fiel y ten por seguro que Dios está allí contigo, preparándote para las batallas, metas y victorias por venir.
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