miércoles, 21 de agosto de 2019

AMOR Y TRABAJO



1 Juan 4:8
"El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor."


Conocer a Dios es conocer el amor, y experimentar continuamente este amor es tener motivaciones renovadas, incluso para el trabajo. A medida que comprendemos la profundidad del amor de Dios por nosotros, comenzamos a ver que cada parte de nuestras vidas está siendo sostenida y dirigida por ese amor. Con el tiempo, esta perspectiva afecta cada parte de nuestras vidas. Y debido a que pasamos gran parte de nuestras vidas involucradas en ello, una de nuestras mayores necesidades es que el amor de Dios transforme nuestra forma de trabajar.

Cuando comenzamos a experimentar a Dios y su amor, todo nuestro ser (mente, voluntad y emociones) está comprometido, y esta experiencia no puede sino cambiar la forma en que nos acercamos al trabajo. Afecta nuestras motivaciones, nuestras relaciones y el trabajo que hacemos. Nos vemos trabajando para Dios por gratitud por lo que Él ha hecho por nosotros, y nuestra diligencia en el trabajo refleja esa gratitud.

Al considerar el poder transformador del amor de Dios, la pregunta que siempre debemos hacernos es: "¿Hemos llegado a conocer al verdadero Dios viviente o estamos más ocupados con una proyección de Dios informada por nuestro propio intelecto, deseos o experiencias?" ? ”Solo cuando nos encontramos con este Dios amoroso, somos verdaderamente cambiados en el núcleo de nuestro ser.

Dios habla en nuestras vidas, y su voz comunica un profundo amor que nos cambia en formas grandes y pequeñas. Su amor no es un sentimiento abstracto, sino que es específico. Él no amaba a la humanidad de alguna manera oscura. No, Él envió a su Hijo a vivir como un hombre judío, morir en una cruz romana y resucitar para que podamos ser salvos y conocerlo.

Una de las expresiones más poderosas del amor de Dios en nosotros está en las palabras que decimos a nuestros compañeros de trabajo. La mayoría de nosotros tenemos la oportunidad de dar nuestra opinión. Sin embargo, a veces nos rehusamos a dar comentarios positivos, por temor a parecer débiles o tontos, o lo hacemos de tal manera que derribe a las personas. 


Cuando el amor de Dios actúa en nosotros para transformar la forma en que vemos a los demás y la importancia de nuestro trabajo, incluso una retroalimentación aparentemente insignificante puede crear el tipo de cambio que trae vida y salud a un individuo así como a una organización.

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