Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 16 de agosto de 2019
DIOS NUNCA CAMBIA
Salmos 102:25-27
"En el principio tú afirmaste la tierra,
y los cielos son la obra de tus manos.
Ellos perecerán, pero tú permaneces.
Todos ellos se desgastarán como un vestido.
Y como ropa los cambiarás,
y los dejarás de lado.
Pero tú eres siempre el mismo,
y tus años no tienen fin."
El salmista contrastó, en estos pocos versos, lo que perece con lo imperecedero. En el principio, Dios hizo los cielos y la tierra. El razonamiento sigue que si el Dios no creado precedió e hizo los cielos, entonces claramente no necesita perecer o cambiar como ellos lo hacen.
Todas las promesas de Dios dependen de la verdad de que Dios no cambia. El apóstol Pedro usó un lenguaje similar al del salmista para asegurar a los creyentes la finalidad de la Palabra de Dios. Al citar al profeta Isaías, escribió: "La hierba se seca y las flores caen, pero la palabra del Señor permanece para siempre" (1 Pedro 1:24-25).
Cada otoño, los astilleros se cubren con la evidencia de la naturaleza perecedera del mundo. Sin embargo, en medio de este desvanecimiento terrenal, Dios no cambia. El autor de Hebreos citó el Salmo 102:25-27 y lo aplicó específicamente al Hijo de Dios (Heb 1:10-12), argumentando que Jesús sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13:8). Debido a esto, un Dios inmutable que hace promesas inmutables, una herencia imperecedera espera al pueblo de Dios (1 Pedro 1: 4).
Jesús, gracias por nunca cambiar. Estoy muy agradecido de poder contar siempre contigo porque eres quien dices ser. Amén.
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