Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 23 de agosto de 2019
PROMESAS
Joel 2:12-13
"«Ahora bien —afirma el Señor—,
vuélvanse a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos».
Rásguense el corazón
y no las vestiduras.
Vuélvanse al Señor su Dios,
porque él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y lleno de amor,
cambia de parecer y no castiga."
A menudo, una respuesta de Dios vendrá empaquetada y entregada en una promesa, como algo potencialmente disponible. Así es como Dios trató con su pueblo a través del profeta Joel. Él respondió a sus súplicas con una llamada para que regresaran a Él para que pudiera cumplir con las bendiciones prometidas.
A veces nosotros como humanos preferimos que la respuesta venga en forma concreta, completamente ensamblada y lista para usar, con una garantía total. Pero Dios ha expresado más de 7,000 respuestas a nuestros problemas y preguntas en forma de promesa. Entonces, ¿cómo podemos obtener estas respuestas envueltas en un "paquete potencial" y poder convertirlo en realidad? Dios da sus respuestas en forma potencial porque su mayor objetivo para nosotros no es hacernos sentir cómodos, es construir nuestros carácter.
Él hace realidad las promesas, no por obligación, sino por obediencia. Las promesas de Dios se convierten de potencial en realidad mediante una fe firme y la adhesión a sus mandatos. Las promesas de Dios nos obligan a caminar con Él en un pacto: sus promesas se convierten de potenciales a realidad presente a través de la espera pacientemente en Él.
A medida que entendemos por qué sus respuestas llegan en forma de promesa, comprendemos mejor cómo “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.” (2 Pedro 1:3-4).
Padre, ayúdame a ser obediente y fiel, no solo para beneficiarme de tus promesas, sino también para participar en tu naturaleza divina, ¡para verte más como tú y darte gloria!
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