Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 8 de abril de 2016
LA LEY Y EL PECADO
Romanos 3:20
"Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado."
En los primeros capítulos de la segunda parte del Levítico se describen las precauciones elaboradas sobre la manera de tratar las emisiones corporales. Las reglas prescritas son muy estrictas y hacen hincapié en la separación de la persona afectada y las medidas a tomar para evitar la contaminación de todo lo relacionado con esa persona.
Estudiosos de la Biblia señalan que muchas de estas reglas tienen buenos hábitos de salud arraigadas en ellas.
Pero hay más que sólamente buenos hábitos y salud. Dios es santo y Él requiere la pureza de su pueblo. No permite que personas vinieran a su templo cuando estaban sucias. Dios quería que la gente practicara el cuidado y respeto para Él y su morada.
Consideremos lo siguiente: ¿Qué nos enseña este tema acerca de cómo debemos entrar en la presencia de Dios? ¿Nos tomamos el tiempo para confesar nuestros pecados y ser limpiados de nuestra injusticia (1 Juan 1: 9)?
El Señor Jesús ha venido como el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Que muchos consideren las reglas del Levítico anticuadas es porque no las han visto a la luz de la persona de Cristo. Sin embargo, debemos señalar que las verdades detrás de estas reglas siguen siendo pertinentes y válidas. Dios quiere, como su pueblo, que tengamos un profundo respeto por Él y su santidad. Hemos sido purificados por el sacrificio del Señor Jesús para ser un pueblo completamente para Él.
Tomémonos hoy el tiempo para limpiar nuestra mente y corazón y confesar nuestros pecados y poder llegar a la presencia de Dios para alabarle y adorarle. Es la esencia del libro del Levítico y debería ser la esencia de nuestra vida también.
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