Lucas 2:18
"Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían."
No hay que dejar de sorprendernos por las grandes maravillas de nuestro Dios. Nuestro Dios encarnado ha de ser adorado como "una maravilla del mundo". Es inconcebible que Dios en lugar de barrer con la escoba de la destrucción a la criatura caída se haya encargado de efectuar la redención por medio de la sangre de Cristo.
Es un milagro de la gracia de hecho, que Jesús haya querido renunciar a los tronos y las regalías por encima, para sufrir drásticamente en cuerpo y alma, para que nosotros tuviéramos libertad. Dejemos que nuestro corazón se maraville ante esa demostración de amor. Nos deslumbran los paisajes, los atardeceres y amaneceres, pero este acto es digno de un asombro mayor y debe ser objeto de la adoración de todos nosotros como humanidad.
Estimado lector, puede ser que al igual que los pastores no puedas expresar con palabras las maravillas de Dios en tu vida, pero ciertamente lo puedes hacer adorando a Dios, contando a los demás lo que ha hecho por tí y obedeciendo Su Palabra desde ahora y hasta que dejes esta tierra. Es lo mejor que cada uno de nosotros puede hacer.
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