Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 1 de septiembre de 2016
¡SÁLVAME!
Mateo 14:30
"Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame!"
Tiempos de hundimiento son comunes aún en creyentes. Pedro descuida la oración al comenzar su viaje aventurero, pero cuando comenzó a hundirse el peligro le hizo suplicar, y su grito aunque tarde... no era demasiado tarde. En nuestras horas de dolor corporal y de angustia mental, nos encontramos con la misma naturalidad conducidos a la oración como el restos de un naufragio es conducido a la orilla por las olas.
No había más que dos palabras en la petición que Pedro hizo con su voz entrecortada, pero eran suficientes para su propósito. Una sensación de necesidad es un poderoso maestro de la brevedad. Si nuestras oraciones tuvieran menos de las plumas de la cola de orgullo y más humildad sería mejor. Muchas veces queremos adornar nuestras peticiones con pomposas oraciones y al final de cuentas no decimos mucho. La de Pedro dijo todo: "Señor, sálvame".
¿Estamos casi engullidos por las aguas bulliciosas de la aflicción? Cuando no podemos hacer nada Jesús puede hacer todas las cosas; vamos a pedir su poderosa ayuda en este día, y todo estará bien.
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