sábado, 11 de febrero de 2017

DESPUÉS DEL SUFRIMIENTO... ÉL REINARÁ




Isaías 53:10
"Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada."

 

¿Cómo puede el que dio la palabra negarse a guardarla? La veracidad inmutable no puede rebajarse por una mentira, y la fidelidad eterna no puede degradarse por negligencia. Dios bendice a sus Hijos, lo ha prometido. Lo que el Espíritu nos pide que pidamos a Jesús, es lo que Dios decreta para darle. Cuando oremos por el reino de Cristo, veamos el amanecer del bendito día que se acerca, cuando el Crucificado recibirá su coronación en el lugar donde los hombres lo rechazaron. 

Mejores tiempos están delante de ti. Tus ojos no pueden ver el dichoso futuro: toman prestado el telescopio de la fe. Limpiemos el suspiro brumoso de nuestras dudas de la copa, miremos a través de ella y contemplemos la gloria venidera. Lector: ¿Haces de esto tu oración constante? Recuerda que el mismo Cristo nos enseñó a clamar: "Danos hoy nuestro pan de cada día", y ya nos había dado esta petición: "Santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo...

Que nuestras oraciones no sean todas concernientes a nuestros pecados, nuestros propios deseos, nuestras propias imperfecciones, las pruebas, sino que suban al mismo Cristo, y entonces, puedan decir: "Señor, extiende el reino de tu querido Hijo". Ya sufrió, ya padeció... ahora le toca reinar junto a su Iglesia. ¡Aleluya!

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