jueves, 23 de febrero de 2017

NO TEMERÉ MAL ALGUNO




Salmos 23:4
"Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento."


¡Cuán independiente de las circunstancias externas el Espíritu Santo puede hacer al cristiano! ¡Qué luz brillante puede brillar dentro de nosotros cuando todo está oscuro afuera! ¡Qué firmes, cuán felices, tranquilos, pacíficos podemos ser, cuando el mundo se mueve de un lado a otro, y los pilares de la tierra se quitan! Incluso la muerte misma, con todas sus influencias terribles, no tiene poder para suspender la música del corazón de un cristiano, sino que hace que la música sea más dulce, más clara, más celestial por su ayuda y su consuelo.


Confiemos, pues, en el poder del Espíritu Santo para consolarnos. Estimado lector, ¿Estás sufriendo largas noches de languidez y días de dolor? ¡Oh, no estés triste! Esa cama puede convertirse en un trono para ti. ¿Están oscureciendo tus ojos? Jesús será tu luz. ¿Te fallan las orejas? El nombre de Jesús será la mejor música de tu alma, y ​​su persona tu querida alegría. Sócrates solía decir: "Los filósofos pueden ser felices sin música"... Y los cristianos podemos ser más felices que los filósofos cuando todas las causas externas del regocijo son retiradas. 

¡En ti, mi Dios, mi corazón triunfará, venga lo que venga de los males fuera! Por tu poder, oh bendito Espíritu, mi corazón se alegrará mucho, aunque todas las cosas me falten aquí abajo. Tengo todo si estás conmigo. Amén.

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