Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 12 de febrero de 2017
MURIÓ POR TI, MURIÓ POR MI
Juan 19:16
"Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron."
Había pasado toda la noche en agonía... había pasado la madrugada en la sala de Caifás. había sido llevado de Caifás a Pilato, de Pilato a Herodes y de Herodes de vuelta a Pilato. Por lo tanto, le quedaba poca fuerza, y sin embargo no le permitían ni refrigerio ni descanso. Ellos estaban ansiosos por su sangre, y por lo tanto lo llevaron a morir, cargando con la cruz. ¡Oh dolorosa procesión! Bueno, las hijas de Salem lloran. Mi alma, al recordar el relato, llora también.
¿Qué aprendemos aquí mientras vemos que nuestro bendito Señor nos conduce a la salvación? ¿No percibimos esa verdad que fue expuesta en la sombra por el chivo expiatorio? ¿Acaso el sumo sacerdote no trajo el cordero, y puso ambas manos sobre su cabeza, confesando los pecados del pueblo, para que así se pusieran esos pecados sobre el macho cabrío y cesaran del pueblo? Entonces el cabrito fue llevado por un hombre apto al desierto, y llevó los pecados del pueblo, de modo que si se buscaban no podían ser encontrados.
Ahora vemos a Jesús traído ante los sacerdotes y gobernantes, que lo declaran culpable. Dios mismo le imputa nuestros pecados, "el Señor ha puesto sobre Él la iniquidad de todos nosotros". "Él fue hecho pecado por nosotros..." Y como sustituto de nuestra culpa, llevando nuestro pecado sobre sus hombros, representado por la cruz, vemos al gran Cordero llevado por los oficiales designados de la justicia. ..
Amado, ¿puedes sentirte seguro de que Él llevó tu pecado? Al mirar la cruz sobre sus hombros, ¿representa tu pecado? Hay una manera por la cual tú puedes decir si él llevó su pecado o no. ¿Has puesto tu mano sobre su cabeza, has confesado tu pecado y confiado en Él? Entonces tu pecado no está en ti. Todo ha sido transferido por bendita imputación a Cristo, y lo lleva sobre su hombro como una carga más pesada que la cruz.
No descanses hasta que estés seguro de que Él ha llevado tu pecado, así, regocijado en tu propia liberación, adora al Redentor amoroso sobre quien fueron depositadas tus iniquidades.
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