martes, 2 de enero de 2018

APARTADOS




2 Corintios 6:17
"Por lo cual,
    Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
    Y no toquéis lo inmundo;
    Y yo os recibiré"


El cristiano, mientras está en el mundo, no debe ser del mundo. Debería distinguirse de él en el gran objeto de su vida. Para él, "vivir" debería ser Cristo. Ya sea que coma, beba o haga lo que haga, debe hacer todo para la gloria de Dios. Se puede acumular tesoros; pero ponerlos en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, donde ladrones no minan ni hurtan. Puedes esforzarte para ser rico; pero que tu ambición sea ser "rico en fe" y buenas obras. Puedes tener placer; pero cuando estés feliz, canta salmos y haz melodía en tus corazones al Señor. 


En tu espíritu, así como en tus metas, deberías diferenciarte del mundo. Esperando humildemente delante de Dios, siempre consciente de su presencia, deleitándote en comunión con Él y buscando conocer su voluntad, demostrarás que eres de raza celestial. Y deberías estar separado del mundo en tus acciones. Si algo está bien, aunque pierdas, debe hacerse; si es incorrecto, aunque ganes por ello, debes despreciar el pecado por el bien de tu Maestro. No debes tener comunión con las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprenderlas.

Recuerda, oh cristiano, que eres hijo del Rey de reyes. Por lo tanto, mantente sin mancha del mundo. No ensucies los dedos que pronto tocarán las cuerdas celestiales; no permitas que estos ojos se conviertan en ventanas de lujuria que pronto verán al Rey en su belleza; que no se profanen esos pies en los lugares pantanosos, ya que pronto recorrerán las calles doradas; que esos corazones no se llenen de orgullo y amargura ya que serán los mismos que adorarán a Dios por la eternidad.

¡Entonces levántate! y vuela lejos, sobre la multitud irreflexiva; por encima de los placeres de los que aman las riquezas, y el esplendor de los orgullosos;
que tu mirada sea para arriba, donde florecen las bellezas eternas; donde la riqueza nunca se puede consumir y las glorias interminables brillan.

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