domingo, 14 de enero de 2018

SANA NUESTRO DOLOR



Marcos 9:19
"Y respondiendo Él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo."


Desesperadamente, el pobre padre decepcionado se apartó de los discípulos hacia su Maestro. Su hijo estaba en la peor condición posible, y todos los medios habían fallado, pero el niño miserable pronto fue liberado del maligno cuando el padre en fe obedeció la palabra del Señor Jesús: "Tráiganlo a mí". 


Los niños son un regalo precioso de Dios, pero mucha ansiedad viene con ellos. Pueden ser una gran alegría o una gran amargura para sus padres; pueden ser llenos del Espíritu de Dios o poseídos por el espíritu del mal. En todos los casos, la Palabra de Dios nos da un recibo para curar todos sus males, "Tráiganlo a mí". ¡Oh, lo necesario que es la educación en Su Nombre mientras todavía son bebés! El pecado está allí, listo para entrar a su vida en cualquier momento. Nuestros gritos por nuestra descendencia deben preceder a esos gritos que anuncian su verdadero advenimiento en un mundo de pecado. En los días de su juventud veremos señales tristes de ese espíritu mudo y sordo que ni orará bien ni escuchará la voz de Dios en el alma, pero Jesús todavía ordena: "Tráiganlo a mí". 

Cuando crezcan, pueden revolcarse en el pecado y espumarse con enemistad contra Dios; entonces, cuando nuestros corazones se quiebren, debemos recordar las palabras del gran Médico: "Tráiganlo a mí". Nunca debemos dejar de orar hasta que dejen de respirar. Ningún caso es inútil mientras Jesús vive.

El Señor a veces sufre que su pueblo sea acorralado para que puedan saber experimentalmente saber cuán necesario es para ellos. Los hijos impíos, cuando nos muestran nuestra impotencia contra la depravación de sus corazones, nos impulsan a huir a los fuertes para obtener fortaleza, y esta es una gran bendición para nosotros. 


Cualquiera que sea la necesidad en este día, veámosla como una fuerte corriente que nos lleva al océano del amor divino. Jesús pronto puede eliminar nuestro dolor, Él se deleita en consolarnos. Apresurémonos a Él mientras espera encontrarse con nosotros.

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