Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 12 de enero de 2018
NATURALEZA DIVINA
2 Pedro 1:4
"...por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;"
Ser partícipe de la naturaleza divina no es, por supuesto, convertirse en Dios. Eso no puede ser. La esencia de la Deidad no debe ser participada por la criatura. Entre la criatura y el Creador debe haber siempre un abismo fijado con respecto a la esencia; pero como el primer hombre Adán fue hecho a la imagen de Dios, así también nosotros, por la renovación del Espíritu Santo, estamos en un sentido aún más divino hecho a la imagen del Altísimo, y somos partícipes de la naturaleza divina.
Somos, por gracia, hechos parecidos a Dios. "Dios es amor"; y nos convertimos en amor: "El que ama, es nacido de Dios". Dios es verdad y nosotros al estar con Él volvemos verdaderos, y amamos lo que es verdadero: Dios es bueno, y Él nos hace buenos por su gracia, para que lleguemos a ser puros de corazón y veamos a Dios. Además, nos hacemos partícipes de la naturaleza divina. ¿No nos convertimos en miembros del cuerpo de la persona divina de Cristo? Sí, la misma sangre que fluye en la cabeza fluye en la mano: y la misma vida que vivifica a Cristo vivifica a su pueblo, porque "Ustedes murieron, y su vida está escondida con Cristo en Dios".
Como si esto no fuera suficiente, estamos casados con Cristo. Él nos ha desposado con justicia y con fidelidad, y el que está unido al Señor es un solo espíritu. ¡Oh! ¡Maravilloso misterio! lo miramos, pero ¿quién lo entenderá? Uno con Jesús.
Mientras nos regocijamos en esto, recordemos que aquellos que son hechos partícipes de la naturaleza divina manifestarán su alta y santa relación en su relación con los demás, y harán evidente por su caminar diario y conversación que han escapado de la corrupción que hay en el mundo a través de la lujuria. ¡Bendito sea Dios, no desaprovechemos esta oportunidad!
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