jueves, 11 de enero de 2018

UN PUEBLO CERCANO



Salmos 148:14
"El ha exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a Él cercano.
Aleluya."


La dispensación del antiguo pacto fue la de la distancia. Cuando Dios apareció incluso a su siervo Moisés, dijo: "No te acerques acá: quita los zapatos de tus pies"; y cuando se manifestó en el Monte Sinaí, a su propio pueblo elegido y separado, uno de los primeros mandamientos fue: "Tendrás límites alrededor del monte". 


Tanto en la adoración sagrada del tabernáculo como en el templo, la idea de distancia siempre fue prominente. La gran mayoría de la gente ni siquiera entraba al patio exterior. En el patio interior nadie más que los sacerdotes se atreverían a inmiscuirse; mientras que en el lugar más recóndito, o el Lugar Santísimo, el sumo sacerdote entraba, pero una vez en el año. Era como si el Señor en esas edades tempranas le enseñara al hombre que el pecado era tan detestable para Él, que debía tratar a los hombres como leprosos que se escapan del campamento; y cuando se acercó a ellos, les hizo sentir el ancho de la separación entre un Dios santo y un pecador impuro. 

Cuando llegó el evangelio, nos pusieron en una posición bastante diferente. La palabra "Restringido" se cambió por "Ven"; se hizo una distancia para dar lugar a la cercanía, y nosotros, que en otro tiempo estábamos lejos, fuimos hechos cercanos por la sangre de Jesucristo. La Deidad Encarnada no pone zarzas de fuego de por medio. "Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar", es la proclamación gozosa de Dios tal como aparece en carne humana. Ahora no le enseña al leproso su lepra poniéndolo a distancia, sino sufre con él la pena de su impureza. ¡Qué estado de seguridad y privilegio es esta cercanía a Dios a través de Jesús! 

¿Lo sabes por experiencia? Si lo sabes, ¿estás viviendo esa vida poderosa del evangelio? Maravillosa es esta cercanía, pero debe ser seguida por una dispensación de mayor cercanía aún, cuando se diga: "El tabernáculo de Dios está con los hombres, y Él habita entre ellos". ¡Bendito sea Dios!

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