Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 10 de febrero de 2018
ESPERANZA
Eclesiastés 9:4
"Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto."
La vida es algo precioso, y en su forma más humilde es superior a la muerte. Esta verdad es eminentemente cierta en las cosas espirituales. Es mejor ser el menos en el reino de los cielos que el "más grande" fuera de él. El grado más bajo de gracia es superior al desarrollo más noble de la naturaleza no regenerada. Donde el Espíritu Santo implanta la vida divina en el alma, hay un depósito precioso que ninguno de los refinamientos de la educación puede igualar.
El ladrón en la cruz destaca a César en su trono; Lázaro entre los perros es mejor que Cicerón entre los senadores; y el cristiano más iletrado es a los ojos de Dios superior a Platón. La vida es la insignia de la nobleza en el reino de las cosas espirituales, y los hombres sin ella son solo ejemplares más gruesos o más finos del mismo material sin vida, que necesitan ser vivificados, porque están muertos en delitos y pecados.
Un sermón viviente, amoroso y evangélico, por más indocto en la materia y grosero en estilo, es mejor que el mejor discurso desprovisto de unción y poder. Un perro vivo vigila mejor que un león muerto, y presta más servicio a su amo; y así, el predicador espiritual más pobre es infinitamente preferido al orador exquisito que no tiene sabiduría sino el de las palabras, sin energía, excepto la del sonido. Lo mismo vale para nuestras oraciones y otros ejercicios espirituales; si somos avivados en ellos por el Espíritu Santo, somos aceptables para Dios por medio de Jesucristo, aunque podamos pensar que no tenemos valor.
El día de hoy acerquémonos a Dios, junto con nuestra familia con fe, con esperanza, con ilusión de querer más de Dios. Si estamos vivos, tenemos una oportunidad más. ¡Aprovechémosla!
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