Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 27 de febrero de 2018
PODEROSO PARA GUARDARNOS
Judas 1:24
"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría."
En cierto sentido, el camino al cielo es muy seguro, pero en otros aspectos no existe un camino tan peligroso. Está plagado de dificultades. Un paso en falso (y qué fácil es tomarlo si la gracia está ausente), y abajo vamos. ¡Qué camino resbaladizo es el que algunos de nosotros tenemos que pisar! Cuántas veces tenemos que exclamar con el salmista: "Mis pies casi se habían ido, mis pasos casi se habían resbalado".
Si fuésemos montañeros fuertes y de pies firmes, esto no importaría mucho; pero... ¡Qué débiles somos! En los mejores caminos, pronto fallamos, en los senderos más suaves rápidamente tropezamos. Estas débiles rodillas nuestras apenas pueden soportar nuestro peso tambaleante. Una paja puede derribarnos, y un guijarro puede herirnos; somos meros niños que, temblorosos, damos nuestros primeros pasos en el camino de la fe, nuestro Padre celestial nos debe sostener de los brazos o pronto nos sentiríamos derrotados. ¡Oh, si se nos impide caer, cómo debemos bendecir el poder paciente que nos cuida día a día!
Pensemos cuán propensos somos a pecar, cuán fácil es elegir el peligro, cuán fuerte es nuestra tendencia a tambalearnos, y todo esto que reflexionamos nos hará cantar más dulcemente de lo que lo hemos hecho alguna vez, "Gloria sea para Él, que es capaz de guardarnos de caer". Tenemos muchos enemigos que intentan empujarnos hacia abajo. El camino es duro y somos débiles, pero además de esto, los enemigos acechan en emboscada, y se apresuran cuando menos los esperamos, y trabajan para hacernos tropezar, o nos arrojan al precipicio más cercano. Solo un brazo Todopoderoso puede preservarnos de estos enemigos invisibles, que buscan destruirnos. Tal brazo está comprometido para nuestra defensa. Él es fiel en lo que ha prometido, y es capaz de evitar que caigamos.
Hoy, digamos con toda confianza:
"Contra mí, la tierra y el infierno se combinan, pero de mi lado está el poder divino: Jesús es todo, ¡y Él es mío!"
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