Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 18 de febrero de 2018
NUESTRO DEFENSOR
1 Juan 2:1
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo."
"Si alguno peca, tenemos un abogado". Sí, aunque pequemos, lo tenemos. Juan no dice: "Si alguno hubiere pecado, ha perdido a su abogado", sino "tenemos un abogado", aunque somos pecadores.
Todo el pecado que un creyente cometió alguna vez, o que se le puede permitir que cometa, no puede destruir su interés del Señor Jesucristo como su defensor. El nombre aquí dado a nuestro Señor es sugerente. "Jesús." ¡Ah! entonces Él es un defensor como lo que necesitamos, porque Jesús es el nombre de alguien cuyo negocio y deleite es salvar. "Llamarán su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados". Su nombre más dulce implica su éxito. Luego, es "Jesucristo": Jesús + Cristo, el ungido. El Cristo tiene derecho a defenderse, porque Él es el propio abogado designado por el Padre y el sacerdote elegido. Él es Cristo, y por lo tanto autorizado; Él es Cristo, y por lo tanto calificado, porque la unción lo ha capacitado completamente para su trabajo. Él puede suplicar para mover el corazón de Dios y prevalecer.
¡Qué palabras de ternura, qué oraciones de persuasión usará el ungido cuando se levante para suplicar por mí! Una letra más de su nombre permanece, "Jesucristo el justo". Esto no es solo su carácter sino su súplica. Es su personaje, y si el Justo es mi abogado, entonces mi causa es buena, o Él no la habría aceptado. Es su súplica, porque se enfrenta a la acusación de injusticia contra mí con el argumento de que Él es justo. Él se declara mi sustituto y pone su obediencia a mi cuenta.
Alma mía, tienes un amigo bien preparado para ser tu abogado, no puede sino tener éxito; déjate completamente en Sus manos.
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