Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 1 de febrero de 2018
VISIÓN DE ZACARÍAS
Zacarías 1:8
"Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos."
La visión en este capítulo describe la condición de Israel en los días de Zacarías; pero al ser interpretado en su aspecto hacia nosotros, describe la Iglesia de Dios tal como la encontramos ahora en el mundo. La Iglesia se compara con un mirto que florece en un valle. Está oculta, a veces pasa desapercibida. La Iglesia, como su cabeza, tiene una gloria, pero está oculta de los ojos carnales, porque el tiempo de su partida en todo su esplendor todavía no ha llegado.
La idea de una seguridad y un ambiente tranquilo también nos es sugerida: porque el bosque de mirtos en el valle está quieto y en calma, mientras la tormenta azota las cumbres de las montañas. Las tempestades gastan su fuerza en los picos escarpados de los Alpes, pero allá abajo, donde fluye la corriente que alegra la ciudad de nuestro Dios, todo florece junto a las aguas quietas, todos inmóviles por el impetuoso viento. ¡Cuán grande es la tranquilidad interior de la Iglesia de Dios! Incluso cuando es opuesta y perseguida, ella tiene una paz que el mundo no da, y que, por lo tanto, no puede quitar: la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarda los corazones y las mentes del pueblo de Dios.
¿No representa la metáfora el crecimiento pacífico y perpetuo de los santos? El mirto no abandona sus hojas, siempre son verdes; y la Iglesia en su peor momento todavía tiene un bendito verdor de gracia sobre ella; es más, ella a veces ha exhibido más verdor cuando su invierno ha sido más intenso. Ella ha prosperado más cuando sus adversidades han sido más severas. Por lo tanto, el texto insinúa la victoria.
El mirto es el emblema de la paz y una muestra significativa de triunfo. Las cejas de los conquistadores estaban atadas con mirto y con laurel; ¿Y no es la Iglesia victoriosa? ¿No es todo cristiano más que un conquistador a través de Aquel que lo amó? Viviendo en paz, ¿Los santos no se duermen en los brazos de la victoria?
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