miércoles, 21 de febrero de 2018

VEN Y BEBE



Juan 4:14
"...Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."


El que es creyente en Jesús encuentra lo suficiente en su Señor para estar contento ahora, y para estar contento para siempre. El creyente no es el hombre cuyos días están cansados ​​por falta de consuelo, y cuyas noches son largas debido a la ausencia de pensamientos que alegran el corazón, ya que encuentra en su Dios un manantial de dicha, una fuente de consolación tal, que está contento, aún con dificultades. 


Si se encierra a una persona así en una mazmorra, encontrará compañía; ponlo en un desierto árido, Él comerá el pan del cielo; aléjalo de su familia, se encontrará con el "amigo más cercano que un hermano". Arruina sus ilusiones; socava el fundamento de sus esperanzas terrenales, pero su corazón permanecerá fijo, confiando en el Señor. El corazón es tan insaciable como la tumba hasta que Jesús entra en él, y luego es una copa llena hasta rebosar. Hay tanta plenitud en Cristo que solo Él es el todo del creyente. 

El verdadero santo está tan completamente satisfecho con la suficiencia de Jesús que ya no tiene sed, salvo que se trate de corrientes más profundas de la fuente viviente. De esa manera dulce, creyente, tendrás sed; no será una sed de dolor, sino de deseo amoroso; te parecerá algo dulce estar jadeando después de un disfrute más pleno del amor de Jesús. ¿Es este el sentimiento de tu corazón ahora, creyente? ¿Sientes que todos tus deseos están satisfechos en Jesús, y que no tienes deseo ahora, sino de saber más de Él y tener un compañerismo más cercano con Él? 

Ven continuamente a la fuente y toma el agua de la vida libremente. Jesús nunca pensará que estás tomando demasiado, sino que siempre te dará la bienvenida, diciendo: "Bebe, sí, bebe en abundancia, oh amado".

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