Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 19 de febrero de 2018
FORTALECIDOS PARA GLORIFICARLO
1 Reyes 19:8
"Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios."
Toda la fuerza que nos proporciona nuestro Dios misericordioso está destinada al servicio, no a la arbitrariedad ni a la jactancia. Cuando el Maestro invitó a los discípulos a "venir y comer" con Él, después de resucitado en la pesca milagrosa, le dijo a Pedro: "Apacienta mis ovejas"; añadiendo más, "Sígueme". Incluso así es con nosotros; comemos el pan del cielo, para que podamos 'gastar' nuestra fortaleza en el servicio del Maestro.
Venimos a la pascua, y comemos del cordero pascual con los lomos ceñidos y el bastón en mano, para comenzar de una vez cuando hemos saciado nuestra hambre. Algunos cristianos son de vivir de Cristo, pero no están tan ansiosos por vivir para Cristo. La Tierra debería ser una preparación para el cielo; y el cielo es el lugar donde los santos se deleitan y trabajan más. Se sientan a la mesa de nuestro Señor y le sirven día y noche en su templo. Comen comida celestial y prestan un servicio perfecto.
Creyente, en la fuerza que diariamente obtienes de Cristo, úsala para Su servicio. Algunos de nosotros todavía tenemos que aprender mucho sobre el diseño de nuestro Señor al darnos su gracia. No debemos retener los preciosos granos de la verdad, sin darle la oportunidad de crecer: debemos sembrarlo y regarlo. ¿Por qué el Señor envía la lluvia a la tierra sedienta y da el sol radiante? ¿No es que todo pueda ayudar a que los frutos de la tierra produzcan alimento para el hombre?
De la misma forma, el Señor alimenta y refresca nuestras almas para que luego podamos usar esa fuerza renovada en la promoción de su gloria.
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