Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 18 de mayo de 2018
EVITA CUESTIONES NECIAS
Tito 3:9
"Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho."
Nuestros días son pocos y estaríamos mucho mejor dedicados a hacer el bien que disputar sobre asuntos que, en el mejor de los casos, son de menor importancia. Muchas personas en la historia hicieron un mundo conflictivo por su incesante discusión sobre temas de poca importancia práctica; y nuestras Iglesias sufren mucho de pequeñas guerras por puntos muertos y preguntas sin importancia. Después de decir todo lo que se puede decir, ninguna de las partes es más sabia y, por lo tanto, la discusión no promueve el conocimiento más que el amor, y es tonto sembrar en un campo tan árido.
Preguntas sobre puntos en donde las Escrituras son silenciosas; sobre misterios que solo pertenecen a Dios; sobre profecías de interpretación dudosa; y sobre meros modos de observar las ceremonias humanas, todos son tontos, y los sabios los evitan. Nuestro interés no es ni preguntar ni responder preguntas necias, sino evitarlas por completo; y si observamos el precepto del apóstol (Tito 3: 8) de tener cuidado de mantener buenas obras, nos veremos demasiado ocupados en asuntos de interés espiritual tan importantes como para interesarnos en esfuerzos indignos, contenciosos e innecesarios.
Sin embargo, hay algunas preguntas que son lo opuesto a la insensatez, las cuales no debemos evitar, sino que debemos enfrentar honestamente y honestamente, como estas: ¿Creo en el Señor Jesucristo? ¿Soy renovado en el espíritu de mi mente? ¿Estoy caminando no por la carne, sino por el Espíritu? ¿Estoy creciendo en gracia? ¿Adorna mi conversación la doctrina de Dios mi Salvador? ¿Estoy buscando la venida del Señor y viendo como debe hacer un siervo que espera a su amo? ¿Qué más puedo hacer por Jesús? Preguntas como estas requieren urgentemente nuestra atención; y si hemos sido dados a la meditación, debemos convertir nuestras capacidades críticas en un servicio mucho más fructífero para el mundo.
Seamos pacificadores, y procuremos guiar a otros tanto por nuestro discurso como por nuestro ejemplo, para "evitar preguntas tontas".
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