Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 4 de mayo de 2018
FE PROBADA
1 Pedro 1:7
"Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo."
La fe no probada puede ser verdadera fe, pero es probable que permanezca enana siempre y cuando no tenga pruebas. La fe nunca prospera tan bien como cuando todo está en su contra: las tempestades son sus entrenadores, y los relámpagos son sus iluminadores. Cuando reina la calma en el mar, extiende las velas como desees, el barco no se moverá hacia su puerto; porque en un océano dormido, la quilla duerme también. Deja que los vientos aceleren aullando y deja que las aguas se levanten, entonces, aunque la embarcación se balancee, y su cubierta pueda ser lavada con olas, y su mástil pueda crujir bajo la presión de la vela llena e hinchada, entonces avanzarás hacia tu refugio deseado.
Ninguna flor se viste de un azul tan hermoso como las que crecen al pie del glaciar helado; ninguna estrella brilla tan brillantemente como las que brillan en el cielo polar; ningún agua sabe tan dulce como la que brota en medio de la arena del desierto; y ninguna fe es tan preciosa como la que vive y triunfa en la adversidad. La fe probada trae experiencia. No podrías haber creído tu propia debilidad si no te hubieras obligado a pasar por los ríos; y nunca hubieras sabido la fuerza de Dios si no hubieras sido apoyado en medio de las inundaciones de agua.
La fe aumenta en solidez, seguridad e intensidad, cuanto más se ejercita con la tribulación. La fe es preciosa, y su prueba también es preciosa.
No permita esto, sin embargo, que sirva para desalentar a los que son jóvenes en la fe. Tendrán suficientes pruebas sin buscarlas: se les medirá la porción completa a su debido tiempo.
Mientras tanto, si aún no puedes reclamar el resultado de una larga experiencia en fe, agradécele a Dios por la gracia que tienes; alábalo por el grado de santa confianza en la que has caminado: muévete de acuerdo con esa regla, y tendrás aún más y más de la bendición de Dios, hasta que tu fe elimine montañas y conquiste imposibilidades.
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