jueves, 31 de mayo de 2018

SOBERANÍA



Romanos 9:15
"Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca"


En estas palabras, el Señor, de la manera más simple, reclama el derecho de dar o de retener su misericordia de acuerdo con su propia voluntad soberana. Como la prerrogativa de la vida y la muerte recae en el monarca, así el Juez de toda la tierra tiene derecho a perdonar o condenar al culpable, como pueda parecer mejor a su vista. Los hombres por sus pecados han perdido todo derecho sobre Dios; merecen perecer por sus pecados, y si todos lo hacen, no tienen motivo para quejarse. Si el Señor interviene para salvar a alguno, puede hacerlo si no se frustran los fines de la justicia; pero si Él juzga que lo mejor es dejar a los condenados a sufrir la sentencia justa, nadie puede acusarlo por esto. 


Locos e insolentes son todos esos discursos sobre los derechos de los hombres a estar todos en el mismo plano; ignorantes, si no peores, son esas disputas contra la gracia discriminatoria, que no son sino las rebeliones de la orgullosa naturaleza humana contra la corona y el cetro de Jehová. Cuando somos llevados a ver nuestra completa ruina y desierto, y la justicia del veredicto divino contra el pecado, ya no nos ofende la verdad de que el Señor no está obligado a salvarnos; no murmuramos si Él elige salvar a otros, como si nos estuviera haciendo daño; si se digna mirarnos, será su propio acto gratuito de bondad inmerecida, por el cual siempre bendeciremos su nombre.

¿Cómo adorarán los que son sujetos de la elección divina, la gracia de Dios? No tienen espacio para jactarse, porque la soberanía los excluye más efectivamente. Solo la voluntad del Señor es glorificada, y la misma noción del mérito humano es arrojada al eterno desprecio. No hay doctrina más humilde en las Escrituras que la de la soberana voluntad de Dios, ninguna más promueve la gratitud y, en consecuencia, ninguna más santificadora.

Los creyentes no deben tenerle miedo, sino regocijarse con Él en adoración.

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