domingo, 15 de julio de 2018

RASGO MI CORAZÓN




Joel 2:13
"Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo."


Desgarro de la ropa y otros signos externos de la emoción religiosa, se manifiestan fácilmente y con frecuencia en hipócritas; pero sentir el verdadero arrepentimiento es mucho más difícil y, en consecuencia, mucho menos común. Los hombres atenderán a las regulaciones ceremoniales más multiplicadas y minuciosas, porque tales cosas son agradables para la carne, pero la verdadera religión es demasiado humillante, demasiado escrutadora, demasiado minuciosa para los gustos de los hombres carnales; muchos prefieren algo más ostentoso, endeble y mundano. 


Las observancias externas son temporalmente cómodas; ojo y oído están contentos; la autoconfianza es alimentada, y la autojustificación está inflada: pero en última instancia son engañosas, porque en el día de la muerte, y en el día del juicio, el alma necesita algo más sustancial que las ceremonias y los rituales para apoyarse. Aparte de la piedad vital, toda religión es completamente vanidosa; ofrecido sin un corazón sincero, cada forma de adoración es una farsa solemne y una burla insolente de la majestad del cielo.

El desgarramiento del corazón se realiza divinamente y se siente solemnemente. Es un dolor secreto que se experimenta personalmente, no en una mera forma, sino como una obra profunda y conmovedora del Espíritu Santo sobre el corazón más íntimo de cada creyente. No se trata simplemente de hablar y creer en Él, sino que se siente de manera aguda y sensible en cada faceta del Dios viviente. Es poderosamente humillante y purifica completamente el pecado; pero luego es dulcemente preparatorio para aquellos consuelos de gracia que los espíritus sin remordimientos orgullosos no pueden recibir; y es claramente un privilegio, ya que pertenece a los elegidos de Dios, y solo a ellos.


El texto nos ordena rasgar nuestros corazones, pero ellos son naturalmente duros como el mármol: ¿cómo puede hacerse esto? Debemos llevarlos al Calvario: la voz de un Salvador moribundo rompe las rocas una vez, y es tan poderosa ahora. Oh Espíritu bendito, escuchemos los clamores de muerte de Jesús, y nuestros corazones serán rasgados, así como los hombres rasgan sus vestiduras en el día de lamentación.

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