1 Samuel 18:8-9
"Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: «A David le dan crédito por diez miles, pero a mí por miles. ¡Lo único que falta es que le den el reino!»
Y a partir de esa ocasión, Saúl empezó a mirar a David con recelo."
David triunfa en la batalla, pero... Saúl empieza a tener celos. Obviamente Saúl en este punto ya ha perdido de vista la visión de Dios. Es evidente que el favor de Dios está con David y a medida que Saúl actúa impulsivamente se empieza a alejar de él.
Normalmente nos identificamos con David, o con el hijo pródigo que regresa... Pero debemos aceptarlo: Muchas veces somos como Saúl o como el hermano mayor del pródigo que tiene celos de la atención que Dios el Padre le otorga al que regresa al camino.
Tengamos cuidado de los celos en nuestro corazón. Esto nos puede llevar a otro tipo de pecados. ¡Saúl intenta matar a David! Cuidemos esa tentación de hablar mal de un hermano, de "darle críticas constructivas" -A veces enfrente de más personas para ponerlo en evidencia-. Si en verdad tenemos algo que decir para enriquecer su vida, debemos hacerlo a solas, pidiendo a Dios el tacto y las palabras adecuadas.
Oración: Padre, no quiero ser un Saúl en la vida de las personas que tú has escogido. Quiero ser un Jonatán en el que puedan confiar. Líbrame del síndrome del hermano mayor celoso, que sea un apoyo para los demás. Quiero agradar tu corazón y eso es más importante que mis triunfos o mi gloria personal. Ayúdame, en el nombre de Jesús, amén.
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