2 Samuel 12:6-10
"¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja!
Entonces Natán le dijo a David:
—¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl.
Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más.
¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas!
Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer”."
David peca. Lo que todos conocemos: Desea a Betzabé, quien estaba casada y la toma para sí. Aún la persona que actuaba conforme al corazón de Dios es un humano a fin de cuentas y cae de una forma estrepitosa.
¿Cómo lo confronta Natán en nombre de Dios? Le cuenta una historia. David es pronto a juzgar y actúa de forma colérica e impulsiva, sin pensar que esa persona que tanto le provocó enojo era él mismo. Somos muy rápidos para juzgar los pecados de otros, sin ver de la misma forma los pecados propios ¿No es cierto?
Aún con el posterior arrepentimiento de David, hay consecuencias de su pecado. Dios dicta sentencia y nada de lo que dijo se quedaría sin cumplir. Debemos entender esto. Dios perdona, sí. Pero las consecuencias de nuestros pecados permanecen. ¿Qué refleja todo esto sobre la visión de Dios del pecado? Meditemos al respecto en algún tiempo en oración hoy. Que podamos ver el pecado como Dios lo ve.
Oración: Padre, te he fallado. Lo reconozco. Ten misericordia de mi, ayúdame a afrontar las consecuencias de ese pecado y no permitas que vuelva a alejarme de ti. En el nombre de Jesús, amén.
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