Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 7 de marzo de 2014
DIOS ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES
Salmo 34.17
"Claman los justos y el Señor oye, y los libra de todas sus angustias."
Retrocedamos el tiempo un momento... volvamos a Betania. Una persona se le acerca a Jesús y le avisa de la enfermedad de su amigo Lázaro: «Señor, el que tú amas está enfermo». No basa su petición en el imperfecto amor de quien está necesitado de sanidad, sino en el perfecto amor del Salvador.
No le dice: «El que te ama está enfermo».
Le dice: «El que tú amas está enfermo».
El poder de la oración, en otras palabras, no depende de quien hace la oración, sino de quien oye la oración.
Podemos y debemos repetir la frase en diversas formas. «El que amas está cansado, triste, hambriento, condenado, solitario, temeroso, deprimido, enojado, desanimado». Las palabras de la oración varían, pero la respuesta nunca cambia. El Salvador oye la oración.
Él hace que el cielo guarde silencio para no perder ni sola una palabra.
Él oye la oración. Y lo mejor: La contesta, con la mejor respuesta posible para nosotros.
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