Hebreos 13.5
"No te desampararé, ni te dejaré."
Hoy es un buen día para decirte algo importante:
No vas a encontrar algún momento en que Jesús no hable. Nunca. No existe un lugar en el que Jesús no esté presente.
Nunca existirá una habitación tan oscura… una sala tan pequeña… una oficina tan sofisticada… en que el siempre presente, siempre compasivo, tierno y amoroso amigo no esté tocando suavemente a la puerta de nuestros corazones... en espera de que lo invitemos a pasar.
Pocos oyen su voz. Pero son menos los que abren la puerta.
Pero nunca interpretes nuestra insensibilidad por sentir su presencia como ausencia suya, porque en medio de las pasajeras promesas del placer está la perdurable promesa de su presencia.
«He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28.20).
No hay coro que cante tan alto que no pueda escucharse la voz de Dios… si nos decidimos a escuchar. No existe problema tan alto o tan ancho que nos impida verlo. No existe nada en el mundo que pueda separarnos de su amor. El único que decide si le abre por dentro o no eres tú. He aquí que el maestro está a la puerta llamando. Si alguno oyera su voz y le abre, Él cenará con esa persona.
¿Le abres?
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