domingo, 16 de marzo de 2014

MARTA Y MARÍA


Lucas 10.40
«Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?»

La vida de Marta estaba complicada y necesitaba una tregua. Se desvivía por hacer. Por merecer. Por demostrar. «Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas», le respondió el Maestro.

«Sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte» (Lucas 10.41–42).


Es necesario entonces preguntarnos y entender: ¿Qué había escogido María? Había escogido sentarse a los pies de Cristo. 

De la historia de Marta y María nos queda claro esto:
Dios se complace más con la entera y quieta atención de un sirviente sincero, que del bullicioso servicio de un amargado.


Más que el tipo de servicio, le importa el corazón del que sirve. Una actitud incorrecta echa a perder la ofrenda que dejamos en el altar de Dios. Que Él nos ayude a agradarle con un servicio que más que servir para demostrar o alardear, sirva para derramar agradecimiento por lo que Él hizo y es.

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