lunes, 3 de marzo de 2014

EL AMOR COLGÓ DE UNA CRUZ


Juan 3.16
"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

El extracto de la letra de una hermosa alabanza que me gusta mucho dice "y fue allí donde mi historia cambió, donde mi vida tomó otro sentido, donde yo encontré la razón de vivir."

La verdad es que de vez en cuando cierro los ojos y trato de imaginar esa escena. Extender la vista alrededor de ese monte y ver la escena. A lo lejos veo tres figuras colgando de tres cruces, con los brazos extendidos. Con la cabeza inclinada, muriendo de sed y de dolor... el gemido del viento se confunde con el de los amigos y familiares.



También están los hombres en uniforme de la milicia romana. Sentados, pareciera que están jugando con unos dados y repartiéndose un botín muy preciado. Las ropas que una madre amorosa algún día bordó para su hijo amado.

También se ven varias mujeres doliéndose y llorando. Hombres lamentándose por no haber podido hecho más... Es que en el momento más oportuno, fallaron. Sus fuerzas y valor los abandonaron y ahora están allí, llorando y sintiéndose culpables.

Me veo como uno de ellos, realmente. En mi vida en el momento más oportuno, le he fallado a Él también. Me siento culpable, indigno, inmerecedor. Pero vuelvo a esa escena...


Todo el cielo estaba en posición de combate. La naturaleza entera estaba dispuesta a rescatar al que la creó. Toda la eternidad estaba lista para protegerlo. Pero el Dueño de todo no dio la orden. Simplemente dijo las palabras «Hay que hacerlo…», y se retiró.

Alguien interrumpe el silencio en la corte celestial y dice «Sería menos doloroso si…»

El Dueño de todo y Creador lo interrumpe suavemente. «Pero no sería amor».
 

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