Lucas 23.43
"De cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso."
Muchas veces me sorprende la misericordia de Dios. Muchos nos podemos preguntar: ¿Qué pudo haber hecho el ladrón que está en la cruz para sentir que puede pedir ayuda en el último momento? Ha usado mal su vida. ¿Quién puede ser para atreverse a pedir perdón? Públicamente se burló de la gracia de Dios... y ahora dice: «Señor, acuérdate de mí
cuando vinieres en tu reino»?
Y algo dentro de mi me contesta: ¿De veras quieres saberlo? El mismo derecho que tengo yo para orar.
Ese ladrón en la cruz somos tú y yo. Desnudos, sin salida, desolados, sin esperanza y marginados. Ese ladrón realmente somos nosotros. Pero también somos nosotros cuando clamamos la gracia y el perdón de Dios.
Nosotros, como el ladrón, tenemos oportunidad de decir una oración más. Si respiramos es porque tenemos una oportunidad más. ¿Es la última? Puede que sí o puede que no. Y nosotros, como el ladrón, hoy oramos y clamamos misericordia ante Jesús.
Y como el ladrón, oímos la voz de la gracia:
"De cierto, de cierto te digo que estarás conmigo en el paraíso."
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