lunes, 26 de mayo de 2014

AYÚDAME


Odio tener que regañar a mis hijos en repetidas ocasiones por los mismos hechos de desobediencia. ¿Por qué siguen dejando rastros de lodo por toda la casa? ¿Por qué siguen dejando sus ropas abandonadas por todas partes, “olvidan” arreglar sus camas, y esperan que la empleada lave todos sus platos? Me siento muy frustrado cuando tengo que corregirlos una y otra vez.

Y entonces me doy cuenta, Señor, de que tú puedes estar permitiendo que yo experimente lo que tú sientes por la manera como yo te trato. ¿Me ves como a un estudiante lento? ¿Terco? ¿De poco entendimiento? Tú has sido muy paciente conmigo en el pasado, me sigues bendiciendo aunque es muy claro que no lo merezco.

Yo necesito mucha más paciencia de ti que la que mis hijos necesitan de mí: “Señor, no apartes de mí tu misericordia; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre, porque me han rodeado males sin número; me han alcanzado mis maldades y no puedo levantar la vista” (Salmo 40:11,12).

Ayúdame a arrojar los ídolos de mi vida, las cosas que amo, en las que confío y aprecio más que a ti. Tú eres mi verdadero Tesoro; ayúdame a comprender que servirte y obedecerte a ti son las sendas a la verdadera felicidad. Señor Jesús, mi gran Sumo sacerdote, intercede cada día por mí, de modo que la gracia y la misericordia del cielo nunca cesen de purificar mi corazón y mi mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario