Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 11 de mayo de 2014
TEMO ENVEJECER, SEÑOR
Aquí estoy otra vez, Señor. Me siento un poco culpable por esto: Yo sé que tengo que envejecer con gracia y con gratitud, pero en este momento mi corazón no se siente así. ¿Puedo ser sincero contigo? Siento que mi cuerpo me está traicionando, todo a la vez. ¿Cómo llegué a tener tantas arrugas? ¿De dónde salieron todas esas manchas marrones en mi piel? Yo no me anoté para que me dieran esas bolsas moradas que hay debajo de mis ojos. Ya no tengo energía. Estoy comiendo menos que nunca antes, y sigo aumentando de peso. ¿Qué le está ocurriendo a mi cabello?
Me duele haber perdido mi juventud, pero estoy aún más preocupado por las nuevas pérdidas que se avecinan. Tengo temor de perder mi independencia, de que me retiren mi licencia para conducir, de llegar a depender de diversos medicamentos que regulen todos los procesos de mi organismo. Me doy cuenta de que estoy perdiendo claridad en la visión, y durante años he estado perdiendo la capacidad para escuchar. Temo que voy a quedar por fuera.
Sólo tú tienes las respuestas y la esperanza para mí mientras mi cuerpo envejece y declina. “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (Salmo 73:26). Tú me ayudarás en todo el sendero de mi vida y me harás ver lo que tú necesitas que yo haga por ti. Tu agenda para hoy es más importante que la mía. Espero con alegría la promesa que tú me haces de la restauración completa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario