Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 1 de mayo de 2014
AYÚDAME A MANEJAR LAS FINANZAS
Puse buena cara delante de mi familia. No quiero que lo sepa ninguno de mis amigos ni de mis compañeros de trabajo. Pero, Señor, tú conoces los corazones, y me puedes leer como si fuera un libro impreso en letras grandes. Tú sabes que estoy muy preocupado por nuestro estado financiero.
Temo que nos vamos a quedar sin dinero. Hemos sufrido algunos reveses, hemos tomado algunas decisiones equivocadas, que haría cualquier cosa para deshacer; algunas cosas con las que contaba finalmente resultaron en un fracaso. En este momento estoy haciendo malabares con las facturas y parece que no tengo manera de salir adelante. A veces siento como si estuviera bajo una maldición, la maldición de luchar con los problemas de dinero durante toda mi vida.
Tú dices que nunca me vas a abandonar ni a desamparar. Tú dices que los creyentes nunca mendigarán el pan. Tu Palabra me dice: “Él levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo” (Salmo 113:7,8). Padre, cumple esa promesa. Yo te pido el pan de cada día y cada día tú me lo has enviado, siempre a su tiempo. Te ruego que me ayudes a confiar en ti y a creer tus misericordiosas promesas. Quita de mí el temor, y pon en su lugar la alegre confianza.
Yo sé que después de este tiempo de dificultades financieras, tú me darás el alivio. Padre, no necesito sentarme con príncipes, ¿podríamos comenzar sólo con lo necesario para pagar las cuentas de las tarjetas de crédito? ¡Me alegro de ser tu hijo!
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