Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 2 de mayo de 2014
PRESIÓN
Señor, ¿por qué todo tiene que suceder a la vez?
No es que me esté quejando, pero no sé si puedo resistir todo lo que estás permitiendo en este momento. Sé que tú dices que nunca pondrás sobre nosotros más cargas de las que podamos soportar, pero no soy tan bueno. Yo no soy muy grande, ni muy fuerte. Muchas personas dependen de mí, y hay días en los que siento que a duras apenas puedo cuidar de mí mismo.
Supongo que tienes una razón para todo lo que envías y permites que suceda en mi vida; pero, ¿puedo ser sincero? Yo no lo veo así en este momento. Señor, cuando yo estoy vacío, tú tienes que llenarme de tí mismo. ¡Te ruego que lo hagas!
Te pido que me des en esta noche un sueño reparador. Voy a entregarlo todo, me refiero a todo, en tus manos poderosas y amorosas. No tengo más que dar en este día; espero el día de mañana, porque tú ya vives ahí; tú ya has determinado la solución de todos mis problemas. ¿Podrías compartir una de ellas conmigo mañana? Tus misericordias son nuevas cada mañana, volvamos a empezar. No puedo esperar para ver lo que tú me traerás mañana.
“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado. Hazme saber el camino por donde ande, porque hacia ti he elevado mi alma” (Salmo 143:8).
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