Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 16 de mayo de 2014
SIENTO QUE ME FALTA ALGO
¿Por qué parece que todo el mundo lo tiene todo, menos yo?
Bien, Señor, es hora de ser sincero. Cuando miro a las personas que me rodean, a las personas con las que me relaciono, con las que trabajo, con las que viven cerca de mi, parece que a todas les va mejor que a mi. Quiero alegrarme por esas personas, pero a decir verdad, allá dentro de mí siento envidia y resentimiento por el éxito que parecen tener.
¿Por qué dispusiste un camino tan difícil para mí? ¿Me lo dispuse yo mismo? ¿O es que soy la víctima del descuido de otros? ¿Por qué las personas que me rodean parecen estar bien organizadas, tienen ropa perfecta, niños y hogares felices? ¿Cómo lograron encontrar esos excelentes empleos? ¿Cuándo llegará mi turno de tener prosperidad y que todo vaya viento en popa?
Probablemente aparezco como materialista y desagradecido cuando hablo de esta manera, pero estoy hablando con sinceridad. ¿Puedes ayudarme a ver con más claridad lo abundantemente que he sido bendecido? ¿Puedes ayudarme a ver cómo encajo en tus planes? ¿Puedes ayudarme a tener una mejor idea de la manera como tú puedes utilizarme a mí y utilizar mi vida en tu reino? ¿Hay algo que no he comprendido? ¿No soy capaz de ver las buenas cosas que tú me has capacitado para hacer?
Ayúdame a desear todo lo que es justo y a alegrarme por las otras personas. “Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la avaricia. Aparta mis ojos para que no se fijen en cosas vanas; avívame en tu camino” (Salmo 119:36,37).
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