Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 12 de mayo de 2014
ESTOY PREOCUPADO
Señor, sé que tú quieres que estemos atentos; sé que es bueno estar interesado, estar bien organizado, no ser descuidado, negligente ni desconsiderado; pero, como tú muy bien sabes, yo estoy muy lejos de todo eso. Señor, tú y yo sabemos que soy un angustiado.
No estoy orgulloso de eso. En mis mejores momentos confío en ti; en mis mejores momentos estoy dispuesto a esperar la claridad y la liberación; pero en mis momentos más bajos tengo temor, soy nervioso, irritable, pesimista, y tengo compasión de mi. Me siento solo, soy terriblemente consciente de la mala intención del enemigo, y estoy muy dispuesto a suponer de inmediato lo peor.
Estos son los pensamientos que quiero tener en mi mente; Señor, te ruego que me ayudes a pensar de esta manera: “Dios, no se ha envanecido mi corazón ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre. ¡Como un niño destetado está mi alma!” (Salmo 131:1,2).
Te ruego que me hagas recordar tu inalterable propósito, tu poder sin límites, tu misericordia sin igual, tus ojos vigilantes y tu gran sabiduría, porque hay momentos en los que lo olvido. Quiero sentirme contigo como un niño destetado: satisfecho, sosegado, con el estómago lleno, contento y sereno. ¿Podemos comenzar ahora mismo?
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