Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 7 de febrero de 2016
CONOCER A DIOS
Marcos 2:10-11
"Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:
A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."
El capítulo 2 de Marcos introduce el principio de una nueva sección que incorpora una serie de cinco relatos de conflicto. Esta sección destaca la controversia en la autoridad de Jesús y la creciente hostilidad hacia Él por parte de las autoridades religiosas de la época. En el primer relato, Jesús demuestra que él tiene autoridad para perdonar los pecados, una prerrogativa que sólo pertenece a Dios, por lo tanto empieza a revelar al mundo que Él mismo es uno con Dios.
El paralítico y sus amigos oyeron hablar de la capacidad de Jesús para sanar (1:28). Incapaz de encontrar un camino a través de la puerta a causa de la multitud, el paralítico fue bajado por el techo a Jesús (v 3). Este acto fue una petición expresa a Jesús para que lo sanara. La respuesta inicial de Jesús fue sorprendente e inesperada. En lugar de pronunciar inmediatamente palabras de sanación, Jesús primero pronunció el perdón de los pecados. Este incidente atrajo contraste en la respuesta de las autoridades religiosas y la multitud.
Los escribas tachan a Jesús de blasfemo, porque la autoridad para perdonar los pecados con razón pertenecía a Dios. No había nada malo con su razonamiento teológico o su conocimiento acerca de Dios, pero no vieron que Jesús era Emmanuel, "Dios con nosotros", de pie justo en medio de ellos. La respuesta de la multitud fue de asombro, lo que resulta en alabanza a Dios. Al contrastar la respuesta de los escribas y la multitud, Marcos quería que sus lectores entendieran que el Mesías había llegado y la evidencia de su autoridad se ha exhibido en el perdón y la sanación del paralítico.
Hay una gran diferencia en saber acerca de Dios y conocer a Dios. Pidamos hoy a Dios que abra los ojos de nuestro entendimiento, para que podamos verlo y conocerlo más. Los escribas no pudieron ver a Dios en medio de ellos. ¿Qué nos impide reconocer la presencia de Dios en nuestra vida el día de hoy?
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