Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
miércoles, 24 de febrero de 2016
CREER PARA VER
Juan 20:29
"Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron."
La pregunta que persiste en la mente de muchas personas en estos días es si Dios realmente se preocupa por la gente. Muchas cosas han sucedido en el mundo que han causado gran angustia. Muchos otros sufren en silencio en su lucha por hacer frente a las preocupaciones y los problemas de la vida.
La narración del evangelio según San Marcos nos muestra cómo Jesús cumple con las necesidades de las personas. Él hace milagros y demuestra un gran poder. El estilo narrativo es de ritmo rápido. Lo que se destaca en estas lecturas es el trato de Jesús con la persona individual. Sus encuentros personales con la gente traen gran aliento y esperanza para nosotros.
Al leer nos damos cuenta de las variadas respuestas de las personas que se encontraron con Jesús. Algunos eran positivas, otras negativas obstinadamente. Algunos buscaron la curación, algunos rechazaron a Jesús, perdiendo así la oportunidad de experimentar los poderes de Jesús. Lo más destacado de cada encuentro fue el reconocimiento de que Jesús era más que un hombre.
Nuestras necesidades actuales son las mismas que las necesidades de las personas durante la época de Jesús. Estamos en necesidad de curación, de un liderazgo y de esperanza. Jesús continúa para satisfacer estas necesidades y dar esperanza a aquellos que ponen su confianza en Él. Las palabras de Jesús a Tomás (Juan 20:29) motivan que creamos y renovemos la confianza en Aquel que nos ama y nos cuida.
Leamos Marcos 5: 1-20
Mientras subía Jesús a la barca, el hombre que había estado endemoniado le rogó que fuera con él. "Vete a casa a tu familia a decirles lo mucho que el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti", le respondió Jesús.
Hay muchas personas enojadas que viven en nuestras ciudades y vecindarios. Su ira y la impaciencia se notan a veces a través de la forma de conducir. Pueden comportarse decentemente en otras ocasiones, pero se transforman en enojo contra otras cuando están detrás del volante. ¿Cuál podría ser la razón de este comportamiento extraño y preocupante?
El hombre en Geneseret estaba poseído por un demonio. Había perdido la capacidad de controlar sus acciones. Este fue un problema espiritual, pero la gente en su área utilizaba métodos físicos para controlarlo (vs 3-4) y éstos resultaron inútiles.
Podemos tener tratamientos del control de la ira para resolver nuestros problemas de caracter, pero parece que en ocasiones surten poco efecto. Entonces, ¿qué vamos a hacer?
Jesús identificó la causa real de la miseria del hombre y lo sanó. Él fue muy directo y efectivo, porque Él es Dios. Por lo tanto, sería más adecuado para nosotros traer nuestros problemas ya sean ira o el miedo o lo que pueda estar afectando a Dios porque Él sabe cuál es la raíz del problema. Él nos puede ayudar... y liberar.
Sin embargo, muchas personas tienen miedo de venir a Él ya que esto significaría estar expuestos y vulnerables. Toda nuestra vergüenza y debilidades serían desplegadas delante de él. Los habitantes de ese pueblo no querían que Él permaneciera con ellos (vs 15-17) porque tenían miedo. Que desperdicio. Para el hombre sanado, su curación le trajo la libertad. No dejes que el miedo a la vergüenza te impida ser sanado y liberado.
Sólo el Señor Jesús puede cumplir plenamente y sanarnos. ¿Vas a acudir a Él?
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